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La armonía entre los pueblos 
De Mencio a los jesuitas 
El neoconfucianismo 
Ideas, textos y autores del confucianismo y del neoconfucianismo

La armonía entre los pueblos

La influencia de Confucio en la religiosidad posterior sorprende si se tiene en cuenta que él no era un profeta ni un místico. Se consideraba más bien un caballero civilizado y su búsqueda de una sociedad armoniosa y ordenada se basó más en criterios sociales y éticos que en principios religiosos.

Aunque no restaba importancia al culto de los antepasados y creía en el cielo, Confucio evitó siempre la especulación religiosa. Sus enseñanzas eran muy pedagógicas y en ellas estaba excluido el sentido del humor. Por tanto, era más un sabio amable que un gurú o un santón. Durante su vida, no lo siguieron muchos discípulos, pero los tres siglos posteriores a su muerte vieron el desarrollo del confucianismo como un sistema de valores filosóficos, éticos, sociales y -aunque no fuera su intención- religiosos.

De Mencio a los jesuitas

El seguidor más importante de la doctrina de Confucio fue Mencio, que vivió dos siglos más tarde que el maestro. Mencio se centró en la parte más moral de la doctrina confuciana y elaboró una teoría basada en la metáfora de que las semillas del bien existen en todo ser humano, pero deben ser regadas para que crezcan. Otro confucianista, Xun Zi, basándose en la doctrina de Confucio, llegó a conclusiones opuestas a las de Mencio: puesto que la gente no es innatamente buena, se han de prevenir -siguiendo los libros confucianistas- las conductas malvadas para evitarlas.

La tradición humanista inaugurada por Confucio en China sufrió períodos de silencio coincidiendo con las dinastías autoritarias y las grandes guerras. Pero la paz que siguió al siglo II a.C. estableció las condiciones idóneas para que el confucianismo se convirtiera poco a poco en la doctrina oficial del estado. Esta doctrina perduró tantos siglos que sólo la llegada del comunismo consiguió acabar con ella.

Casi mil años más tarde de la muerte de Confucio, los jesuitas establecieron misiones en China. Estos cultos clérigos se plantearon, antes de empezar a cristianizar a los chinos, la posible compatibilidad de la doctrina confuciana con los dogmas católicos. La conclusión positiva fue rápida: no sólo lo era, sino que Confucio fue llamado el “Aristóteles chino” y como había hecho santo Tomás con el filósofo griego, procedieron a la cristianización de las ideas del sabio chino. A partir del trabajo del padre Matteo Ricci (1552-1610), Confucio fue estudiado en Occidente y ello explica que nos haya llegado la versión occidentalizada de su nombre: tanto Confucio como Mencio son latinizaciones de los nombres Kong Fuzi y Mengzi y son las denominaciones que se han popularizado.

El neoconfucianismo

Sin embargo, quinientos años antes de que llegasen los cristianos, las ideas de Confucio ya habían dado lugar en el imperio chino a varias reelaboraciones que los historiadores han llamado neoconfucianismo.

Fue durante la dinastía Song (siglos X-XIII) cuando los estudiosos empezaron a establecer una tradición confuciana que se caracterizaba por contrastarla con pensamientos de mayor raigambre religiosa, como el taoísmo o el budismo. No obstante, la distinción no siempre fue precisa; el pensador del siglo IV Mouzi ofrece una clara visión al respecto: “Los sutras dicen que todos los seres sintientes pertenecen a Buda, así que le honro: pero ¿por qué debería rechazar el camino de los sabios confucianistas? El oro y el jade no se dañan el uno al otro”. El confucianismo rara vez ha sido excluyente.

Las dos escuelas confucianas que surgieron de esta perspectiva en los siglos siguientes fueron la del Principio y la de la Mente. La escuela del Principio, liderada por Chu XI en el siglo XII, aboga por la importancia del estudio intelectual. Por el contrario, la escuela de la Mente, fundada por Wang Yangming en el siglo XV, se basa en el valor de la intuición. Pero detengámonos un poco más en ellas.

Chu XI basa su sistema en que todo el universo se fundamenta en un elemento material adornado por un principio subyacente llamado Li. Asimismo, pensaba que era necesario estudiar los antiguos textos (especialmente los de Confucio) para alcanzar la sabiduría, cuya posesión otorga al ser humano un estado de plenitud. Chu XI superó las ideas algo retrógadas de los fundadores -cien años antes- de la escuela del Principio, Cheng Hao y Cheng Yi.

Wang Yangming, con su escuela de la Mente, ofreció un camino menos académico y elitista a quien quisiera acceder a la sabiduría. Sus dos vías principales eran la meditación y la reflexión moral. Sus ideas triunfaron en un primer momento, pero tras la invasión manchú del siglo XVII la reacción típica de los tiempos de guerra acabó con la visión idealista de Wang y fue sustituida por otra más conservadora y basada estrictamente en los textos clásicos.

Sin entrar en consideraciones doctrinales profundas, es fácil comparar, por un lado, la divergencia confucianista entre la escuela de la Mente y la del Principio, por un lado, y el budismo Mahayana y Theravada, por otro. La escuela de la Mente y el Mahayana son abiertos y reformistas, mientras que la escuela del Principio y el Theravada se caracterizan por su concepción elitista y cerrada.

Hasta el fin del imperio, ya entrado el siglo XX, el confucianismo y el neoconfucianismo tuvieron tal importancia en la estructura ideológica, política y social de China que su tradición era cumplida en ritos palaciegos y de estado, cuyo más famoso exponente son los complicados exámenes de temática confuciana que los aspirantes a cargos públicos debían superar.

Cuando en 1949 el partido comunista de Mao Zedong declaró al gobierno chino ateo, el budismo y el taoísmo perdieron su importancia, aunque algunas asociaciones internas del propio partido consiguieron integrar algunas de sus costumbres en el sistema revolucionario. Bajo Mao, también el confucianismo cayó en desgracia (pese a que se reconoció la importancia de Confucio como educador histórico de la nación), pero a su muerte Deng Xiaoping recuperó cuando menos al personaje: a mediados de la década de 1980 se empezaron a celebrar tímidamente ceremonias en honor de Confucio.

Curiosamente, tras la revolución comunista en China, las tradiciones confucianas han tenido una clara continuación en la sociedad y el gobierno del país vecino, Corea.

Ideas, textos y autores del confucianismo y del neoconfucianismo

Canon confuciano: Extensa colección formada por cinco textos (llamados los Cinco Clásicos) de índole diversa. Confucio los compiló, pero también incluyó ideas propias. Pretendía que los interesados pudieran hallar en ellos un reflejo de la edad de oro de China, para utilizarlos como modelo social, político, ideológico y religioso.

Chong Yong: Literalmente, “doctrina del significado”. Es un libro cuya autoría se atribuye al nieto de Confucio. Versa sobre las relaciones entre la naturaleza humana y el orden moral del universo.

Chu XI: Máximo exponente de la neoconfuciana escuela del Principio. Vivió en el siglo XII y su pensamiento se basa en la existencia del Li como principio del universo y en la capacidad de alcanzar la sabiduría.

Chun Qiu: El último de los Cinco Clásicos. Es una crónica de Lu, lugar de origen de Confucio. También se denominaAnales de primavera y verano, y es considerado por su compilador como un paradigma del desarrollo histórico.

Daxue: Atribuido a Zeng Chen, discípulo de Confucio. Su título significa “gran aprendizaje” y forma parte de la colección Li-Ki de rituales. Su tema es la relación entre el desarrollo espiritual y la mejora social.

Edicto sagrado: Texto de inspiración confuciana redactado en 1670, que pretende extender las normas de conducta del emperador a todos los súbditos.

Han: Período de la historia de China comprendido entre los siglos II a.C. y II d.C., en el que se empezó a aplicar por primera vez el canon confuciano en la administración pública. Un funcionario no era aceptado si no cumplía estrictamente determinados principios de la doctrina de Confucio. Las siguientes dinastías, Tang y Song, también lo aplicaron.

I-King: También conocido como I Ying, I-Ching o Libro de las mutaciones. Es el más conocido de los Cinco Clásicos. Planteado como un libro de adivinación, sus partes más importantes son las filosóficas, y su autoría se atribuye a Confucio. Podrían haber sido completadas algunos siglos más tarde.

Ju-chia: Literalmente, “escuela de los literatos”. Es uno de los nombres dados al confucianismo.

Kowtow: Reverencia que practican los confucianos y que es un gesto de respeto hacia un semejante. La más practicada es la que se hace delante de la autoridad paterna. El respeto filial estaba claramente recogido como norma en el Edicto sagrado.

Li-Ki: Uno de los Cinco Clásicos. Reúne una serie de escritos sobre los rituales y sus distintas características, por lo que es conocido también como Registro de ritos.

Lunyu: También llamado Analectas, es el libro que contiene los dichos de Confucio y fue el más consultado desde la muerte del maestro.

Memorias históricas de Suma-chien: Documento histórico del siglo I a.C. del que se han extraído la mayor parte de los datos para elaborar la biografía de Confucio.

Mengzi: También llamado Mencio. Aunque vivió doscientos años después de la muerte del maestro, es el discípulo más aventajado de Confucio. Mengzi es también el título de un libro que contiene los dichos de este autor y que ha ejercido gran influencia en el confucianismo posterior.

Movimiento de vida nueva: Organización de filiación confuciana con que el régimen del Kuomintang intentó hacer frente en la década de 1930 a la creciente influencia de las teorías marxistas sobre la política y la sociedad china.

Relaciones sociales: Según Confucio, hay cinco tipos de relaciones entre los miembros de la sociedad, que sirven de paradigma para todas las demás: soberano-súbdito, padre-hijo, hermano mayor-hermano menor, marido-mujer y amigo-amigo. Ninguna de estas relaciones es paritaria (incluso la última contempla que el amigo mayor está por encima del más joven), lo cual da una imagen jerárquica del pensamiento social confuciano. No obstante, Confucio reconoce que no todo es inmutable y la persona que hace méritos para estar por encima de los demás lo estará sin que importe su estatus previo.

Ricci, Matteo: Sacerdote jesuita italiano del siglo XVI. Ejerció con éxito su ministerio en la China imperial y sus escritos dieron a conocer a Confucio y Mencio en Europa.

Shi Ying: También llamado Libro de las Odas, es una recopilación de poemas de origen popular y cortesano. Confucio los ponía como ejemplo de la sociedad ideal en la que se suponía habían sido escritos trescientos años atrás.

Shu Ying: Uno de los Cinco Clásicos. Está dedicado a la historia y contiene documentos sobre los legendarios gobernantes antiguos que Confucio tomaba como ejemplo de época esplendorosa.

Song: Dinastía del imperio chino durante la cual las ideas de Confucio empezaron a cobrar vigencia y dieron lugar a las dos tendencias contrapuestas que sintetizan el movimiento neoconfuciano: la escuela de la Mente y la escuela del Principio.

Tres enseñanzas: Doctrina expuesta por Lin Chaoen en el siglo XVI para conciliar las ideas del confucianismo, el budismo y el taoísmo.

Wang Bi: Filósofo chino del siglo II d.C. Pese a haberse formado en parte bajo el taoísmo, consideraba que Confucio era más sabio que Lao-tsé, y se aproximaba más a su doctrina del no-ser, llamada Estudio Oscuro.

Wang Yangming: Máximo exponente de la neoconfuciana escuela de la Mente, cuyos presupuestos constituían el camino hacia la sabiduría menos elitista y compleja y concedían gran importancia a la intuición por encima de lo analítico.

Xing: Según Confucio, término identificable con la naturaleza humana. El budismo chino también adoptó el término.

Xunzi: Uno de los más conocidos seguidores de Confucio. Vivió en el siglo III a.C. y su pesimista conclusión sobre la moralidad humana se opone a la de Mencio. Mientras que para Mencio el hombre es bueno por naturaleza, para Xunzi es innatamente malo, por lo que la única solución es aplicar los principios confucianos para controlar las previsibles conductas malvadas de los hombres.

Yuan: Dinastía mongola que gobernó China en los siglos XIII y XIV. Instauró la costumbre de los rígidos exámenes de ingreso para acceder a determinados cargos, cuyo contenido era la doctrina de Confucio, a través de los textos de Chu XI. Este sistema, con algunas modificaciones, se mantuvo vigente en China hasta el siglo XX.

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