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Con la sociedad del bienestar, un sector del planeta ha pasado en poco tiempo de los dogmas religiosos al agnosticismo y al ateísmo más tarde, y ha llegado al siglo XXI con una gran multiplicidad de tendencias filosófico-religiosas y sociales. Triunfan en especial ciertos préstamos tomados de otras formas de religiosidad (sobre todo orientales) que dan al panorama de las creencias un aspecto más ecléctico que nunca. Derivaciones, mezclas, sectas, milenarismo, Nueva Era y muchos ritos camuflados en costumbres nuevas, aparentemente laicas: todo ello convive con el aparente pragmatismo que parece adueñarse del planeta siguiendo las directrices de la globalización económica y política.

Algunos estudiosos de los años 1960 pronosticaron el fin del cristianismo hacia el año 2000 y se equivocaron; lo que está claro es que el mundo contemporáneo sigue necesitando de la religión, bajo sus diversas formas. Algunas son nuevas, pero otras son vestidos nuevos para maniquíes muy añejos.

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